Giovanna Pollarolo
"Nunca me he impuesto horas fijas ni ningún horario para escribir. Me siento a escribir cuando puedo, cuando tengo ganas, cuando una idea empieza a tomar forma"
Giovanna Pollarolo (Tacna, 1952) es una escritora, poeta y guionista peruana cuya obra explora la intimidad, la memoria y las relaciones humanas con una mirada precisa y emotiva. Su narrativa y poesía transitan entre lo personal y lo colectivo, capturando con sutileza las tensiones del deseo, el paso del tiempo y la construcción de la identidad. La tuve como profesora en la Maestría de Escritura Creativa de la PUCP, donde es la directora. Mi libro favorito de Giovanna: Atado de nervios.
¿Cómo es el lugar donde escribes?
Escribo en mi laptop, en el escritorio. Solo una libreta, unos lápices. Una jarra de agua sin gas.
¿Cómo suena el lugar donde escribes?
Quisiera silencio total, pero en Lima es imposible; suenan bocinas, motores de motocicletas. Hay días malos: taladros, martillos, etcétera.
Solo escribo en mi casa. Sin música, sin gente alrededor.
¿Tienes alguna superstición al momento de escribir?
Ninguna.
Me gustan mucho los cuadernos cuadriculados, pero ya casi no escribo a mano. Excepto poesía; pero muy de vez en cuando.
¿Cuánto de la historia tienes claro antes de empezarla?
Conscientemente, casi nada. Aunque me he dado cuenta de que sé más de lo que creo porque ocurre que el primer párrafo, cuando lo logro y no lo desecho, me da la estructura que voy descubriendo a medida que avanzo.
Planeo solo los guiones, hago una escaleta. Lo demás, pura intuición al inicio. Después vienen las preguntas, la reestructuración, etc.
¿Cómo equilibras la inspiración con la disciplina?
La verdad, escribo (si entendemos que escribir supone sentarse frente a la computadora o al papel), solo cuando tengo ganas y una frase, una idea, una imagen rondándome. No me obligo a hacerlo. Bastante tengo con la disciplina que me impongo para corregir trabajos de los estudiantes, escribir artículos académicos, contestar correos, preparar sílabos. Dejo de corregir, abandono la academia por unos días, unas horas cuando el poema, el relato se me imponen, cuando encuentro el camino, cuando empieza a tomar forma ese primer párrafo, esa primera línea (descarto muchísimos párrafos, muchísimas líneas).
Nunca me he impuesto horas fijas ni ningún horario para escribir. Me siento a escribir cuando puedo, cuando tengo ganas, cuando una idea empieza a tomar forma. El resto del tiempo “escribo” mientras manejo, mientras camino, mientras entreno, mientras escucho las conversaciones de otras personas, mientras leo. Algo de eso pasa a la pantalla o al papel. A veces tarda…
¿Qué papel juega la reescritura en tu proceso?
Cuando he logrado ampliar ese primer párrafo y toma forma el poema o el cuento, empieza una nueva etapa en la que aprovecho cualquier tiempo libre para escribir y corrijo desde el inicio cada vez que abro el archivo.
¿Qué consejo le darías a alguien que recién empieza a escribir?
Leer, leer, leer y, como aconseja Carver: “mirar el mundo con la boca abierta”.
Extraordinaria Giovanna!